Domingo, 17 de agosto de 2008
Hoy salgo tarde, pero aún así la mañana cunde porque en menos de cuatro horas estoy ya en la mitad de la etapa gracias a José, un abogado de Alicante muy salao. Allí paro a desayunar y él continúa, pero al poco me encuentro con Carlos, de Madrid, con el que también coincidí en el albergue de Castrojeriz. Hasta Frómista el camino se hace agradable, pero a partir de allí, el calor aprieta y el final de la etapa, sin una sola sombra, se hace duro. Quería probar a llegar a Carrión de los Condes, pero con el calor que hace me quedo en Villalcázar de Sirga, donde hay dos hospitaleras muy agradables, Antonia, de Montcada y Maria, Italiana. Paso una tarde muy relajada y descansada charlando con unos y otros, sobretodo con Jose Ignacio, de Murcia. Hablamos de lo diferente que es la vida en el Camino a la vida diaria en las ciudades y en la rutina. Él ha hecho ya varios trozos de camino, pero esta vez seguramente lo va a dejar porque tiene un pie fatal, hecho una pura llaga.
Ceno con las hospitaleras y Giorgio, el hospitalero saliente que ahora se va a Ponferrada otros 15 días… Que espíritu… Además me curan la ampolla del talón izquierdo con un arte… Yo por más que pinchaba no había forma de que saliera más líquido…
Curiosa fuente...
No me queda ná...
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