Domingo, 10 de agosto de 2008
Como casi cada día, a las 6:15 en marcha. Hoy un poco a la expectativa de ver como respondía la rodilla. Y la verdad es que bastante bien. No está perfecta, pero bueno… igual no lo está en todo el camino…
La mañana ha sido ‘suave’. He ido un buen rato con Matias, un chico de Vic, muy majete. En Cirauqui yo me he parado a desayunar y él ha seguido. He ido solo hasta Lorca y allá me he juntado con Sebastian, un chico alemán con el que he ido casi tres horas ¡hablando en inglés! Es protestante y me ha dicho que hace poco que vuelve a ir a la iglesia. Es increíble lo diferentes e iguales que somos los seres humanos. Tan pronto estás hablando con un ‘vecino’ de Vic, como con un alemán de Kiel. En Estella él se ha quedado a comprar y yo he seguido un rato para comprar y comer. El trozo hasta el albergue de Villamayor ha sido durillo, mucho calor y unos cuatro últimos kilómetros bastante cuesta arriba.
Al llegar, me he encontrado con un albergue bastante cutrecillo, pero a la vez, el más cálido de los que he estado. Armando y Ralf son los hospitaleros y son serviciales, amables y simpáticos. Así da gusto dormir en un colchón en el suelo…
Luego he ido a misa con un grupo de italianos en el que va un sacerdote muy joven con ellos y luego ha habido un ‘concierto’ de dos peregrinos muy particulares. Son una pareja de alemanes de unos 50 años que van por el Camino cantando en los pueblos 10 o 15 minutos y luego piden la voluntad. Van vestidos con prendas de estilo medieval y tocan música medieval, la verdad, muy bonito, eso sí, curioso, curioso…
El pueblecillo tiene cincuenta y pico habitantes y hay una paz…
Curiosamente me he encontrado a una señora de Hospitalet que la vi el día que fui a hacerme la acreditación. El Camino es un pañuelo. Lo mejor del día, sin duda, la charleta con Armando y luego sentados en la mesa con más gente.
Estella y la fuente del vino de Irache
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